El yoga cómo camino de aceptación del cuerpo.

Sobre abrazar cada curva y cada ángulo de nuestro cuerpo con amor incondicional y gratitud,  reconociendo que cada postura es una celebración de nuestra propia belleza y unicidad interior.


Nací, como muchas, en una cultura donde sólo se aceptaba un tipo de cuerpo y crecí, también como muchas, rodeada de comentarios sobre cómo debería verse o no. Si bien siempre sentí que esto no me terminaba de hacer sentido, me la creí y seguí esos mandatos. Dispuse a mi cuerpo a infinitas restricciones desde lo que yo creía necesitar para alcanzar ese cuerpo, siguiendo la dieta de moda, los comentarios ajenos, o cualquier “promesa” que captara mi atención. Al mismo tiempo, disfrutaba muchísimo la actividad física, pilar fundamental en mi familia, aun que a ratos lo hiciera desde las intenciones de la “figura corporal perfecta”.

 Foto: Consu @detrasdelasana

Me acuerdo cuando conocí la práctica de yoga y también me acuerdo de mis primeros acercamientos. Comencé a asistir a clases por los beneficios físicos que traía la práctica, así como cualquier clase dentro del gimnasio. Me atraía, desde mis inseguridades, la meta de perfección corporal que tan arraigada tenía y el yoga como una vía para esto. En esos años, resaltaban entre las practicantes los cuerpos delgados y fitness, y pensé por un tiempo que para ser buena en esto debía acercarme a esos estándares.  

Sin embargo, la práctica de yoga tiene la gracia de ir, de a poco, despojándote de todo aquello que no es tuyo y con el tiempo empecé a maravillarme de todas las cosas que podía lograr con mi cuerpo más allá de su forma. Al finalizar cada sesión me tomaba un tiempo para agradecerle a mi cuerpo por permitirme estar ahí, por permitirme entrar o no a esas posturas, por permitirme respirar, y más que nada por ponerse a disposición. 

Foto: Consu @detrasdelasana

En ese reconocimiento todo empezó a cambiar. Sin querer fui soltando todos esos ideales rígidos de como un cuerpo se tenía o no que ver, de lo que un cuerpo debía o no comer, y me empecé a encontrar con la posibilidad de AMAR mi cuerpo por todas las oportunidades que me abría, las de moverme, las de relajarme, las de esforzarme, las de ir en busca de algo, las de parar, las de vincularme, las de sentir, tocar y abrazar. 

Empezar a valorar el cuerpo desde ese lugar ha sido para mí un gran recordatorio del alma de aceptarme tal y como soy. A saber que ahí donde estoy soy suficiente. A recordar que mi cuerpo ideal es el que me acompaña hoy, porque me permite estar en el lugar donde necesito estar, me muestra mis memorias, me abre las posibilidades y me permite descubrirme y reconocerme minuto a minuto. Empecé a ver a mi cuerpo en conexión con todo lo demás, mi cuerpo me habla de todo lo que estoy sintiendo y eso, para mí, lo hace ser más que perfecto. 

Foto: Sun on the dunes

Me perdono por todas las veces que te negué, por todas las veces donde quizás inconscientemente lo sigo haciendo, tienes que saber que hoy eres mi instrumento de confianza y seguridad para moverme en este mundo, vehículo para mi despertar espiritual, y desde ahí no hay manera en que no vuelva constantemente a tí. Distracciones siguen habiendo varias, creo que todavía seguimos aferradxs como sociedad a un ideal, pero tengo la esperanza de que el ejemplo es fundamental, y personalmente aprovecho los espacios que ofrezco para enseñar la compasión, la suavidad, el goce y la valoración del cuerpo por la magia que ya es.

Mi cuerpo sigue mutando todo el tiempo, soy cíclica, pero entendí que todos esos cambios son más complejos de lo que yo puedo entender, así que ya no me resisto, sino que lo acepto, confío en que mi cuerpo es mi brújula, guarda toda la sabiduría y yo solo me dedico a acompañarle(me) y agradecerle en el camino.💛🌈✨




"Soy Consu, chilena de 28 años, dedicada a la enseñanza de vinyasa y yin yoga, y a la terapia floral. El cuerpo ha sido para mí la vía de acceso a toda la sabiduría que me habita y también el mejor instrumento para compartirme. Mi objetivo es ayudar a que las personas se encuentren con su propia verdad y que la puedan encarnar en el cotidiano. Para esto hago uso de herramientas de índole cognitivo-mental (como la terapia verbal y la escritura terapéutica), en conjunto con herramientas corporales (como el yoga, la respiración, lo somático y la danza movimiento terapia). Además, me fascina escribir, así que me podrán ver como columnista del blog de Myogarden compartiendo reflexiones y consejos sobre este camino de espiritualidad y crecimiento personal encarnado."

-Sean todxs muy bienvenidxs a este viaje de vuelta a casa. ❤︎

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